La Candelaria - El graffitero informal
Se dice que el graffiti es una expresión social de protesta frente a múltiples atropellos de orden político, educativo, económico y cultural. La cultura urbana del graffiti bien planteada y organizada da reconocimiento y crea un ambiente favorable en la comunidad.
Pero lo que no comprendo es el conjunto de garabatos “primitivos”, las rayas que se arrastran, palabras sueltas, tachones, entresijos de palabras, símbolos y signos liberados por mentes, que estilísticamente, están muy lejos de un Michel Basquiat, Kenny Scharf, Keith Haring, Mike Cabildo, Tom Otterness o Zwillinger Rhonda.
No censuro la expresión artística en espacios buscados y concertados, pero indigna que se tomen las fachadas de la zona histórica de La Candelaria y la postería para estropearlas. Cada vez que se pinta una fachada la ferocidad del graffitero llega a extremos vandálicos, costando dinero, no sólo a quien gobierna la localidad, sino también al propietario del inmueble; por desgracia la mayoría de estos personajes sólo ejecutan sus rayados en la oscuridad de la noche y con la excitación del riesgo de no ser atrapados.
A modo de ejemplo, veamos algunas viviendas, que como muchas otras, sufren los riesgos de personajes que tienen un evidente desprecio por la propiedad y la ignorancia por la historia que representa la localidad de La Candelaria en Bogotá.
¿Cómo es posible ver semejantes garabatos?
¿No será mejor una Candelaria limpia y bella?
¿O ver fachadas pintadas con arte y gusto?